NEGRA
Ayer murió Mercedes Sosa.
En todos los medios nos llenaron de videos, canciones y frases acongojadas de todos (los que la conocieron, los que la quisieron, los que la admiraron, y los que siempre se cuelgan de cualquier ataud para robar cámara y micrófono).
A mi me pasa algo raro.
Siempre me gustó como cantante.
Tengo discos.
Disentí muchas veces por sus posturas ideológicas.
Pero debo decir que los últimos años la reivindicaron en mi consideración.
Su apertura musical fue de la mano de una libertad de pensamientos que la llevó al diálogo con muchos de los que, hace treinta años, nunca se hubiera sentado a tomar un café.
En su apertura musical grabó con todos.
Les dio espacio a todos.
Cantó en todos los estilos musicales. Desde Pavarotti a Calle 13.
¿Qué loco, no?
Abrió las fronteras de una gran cantidad de artistas.
En su apertura de pensamiento se juntó con Susana, con Palito, con muchos.
Hasta con Dios, a quien desde el Partido Comunista de los sesenta, negó por años y sólo nombró en la canción de León Gieco.
Se amigó con la bandera de la libertad en todos los sentidos.
Abrió sus fronteras antes de irse.
Y eso la engrandece más.
La vamos a extrañar.
Aunque su música va a seguir estando.
Gracias a Dios.
